Sólo por hoy seré feliz. La felicidad es algo interior, no es asunto de fuera.
Sólo por hoy trataré de ajustarme a lo que es y no trataré de ajustar todas las cosas a mis propios deseos. Aceptaré a mi familia, mis negocios y la casualidad como son y procuraré armonizar con todo ello.
Sólo por hoy cuidaré de mi organismo. Lo ejercitaré, lo atenderé, lo alimentaré, no abusaré de él ni lo abandonaré, procurando que sea una máquina perfecta para mis cosas.
Sólo por hoy, trataré de vigorizar mi espíritu, aprenderé algo útil, no seré un haragán mental, leeré algo que requiera esfuerzo, meditación y concentración.
Sólo por hoy ejercitaré mi alma de tres modos: Haré a alguien algún bien sin que lo descubra, y haré dos cosas que no me agrade hacer, sólo por ejercitarme.
Sólo por hoy seré agradable, tendré el mejor aspecto posible, me vestiré con la mayor corrección a mi alcance, hablaré en voz baja, me mostraré cortés, seré generoso en la alabanza, no criticaré a nadie, ni, encontraré defectos en nada y no intentaré dirigir ni enmendar los planes del prójimo.
Sólo por hoy trataré de vivir únicamente este día sin abordar a la vez todo el problema de mi vida. Puedo hacer en doce horas cosas que me espantarían si tuviera que seguir haciéndolas toda mi vida.
Sólo por hoy tendré un programa. Consignaré por escrito lo que espero hacer cada hora. Quizá no siga exactamente el programa, pero lo tendré.
Eliminaré dos plagas: la prisa y la indecisión.
Sólo por hoy tendré media hora tranquila de soledad y descanso. En esa media hora pensaré a veces en lo Divino a fin de conseguir una mayor perspectiva para mi vida.
Sólo por hoy no tendré miedo y especialmente no tendré miedo de ser feliz, de disfrutar de lo bello, de amar y de creer que los que amo, me aman
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